No mencionaré el lugar ni la fecha exactos de lo sucedido, tan solo que fue en el campo, bastante alejado de cualquier ciudad o pueblo, y en invierno, por lo que estaba todo nevado.
Había llegado en coche con el alba y estaba cazando sin más compañía que la de mi perra. No llevábamos más de media hora cuando se detuvo frente a un arbusto y quedó paralizada, de muestra, con la pata levantada a medio paso y la cabeza, espalda y rabo en línea recta apuntando a la presa que había localizado. Yo me había quitado el chaleco para recolocármelo de una forma más cómoda, y lo dejé sobre una roca para que no me molestara al disparar, mientras le quitaba el seguro a la escopeta y me acercaba a la perra sigilosamente, listo para que en cualquier momento un animal saliera saltando de su escondite. Nunca sabré que pieza era, ya que la nieve cedió bajo mi paso y comencé a caer. La escopeta se me disparó, y por el retroceso se me escapó de las manos, haciéndome perder más si cabe el equilibrio e imposibilitándome agarrarme a ningún sitio. Antes de perder el conocimiento, me dio tiempo a escuchar un ladrido de mi perra, excitada por mi caída repentina, con toda probabilidad asomándose al hueco por el que había desaparecido, con las orejas muy levantadas, y la escopeta tirada al lado suyo, junto al chaleco que contenía todo lo que en un principio necesitaba para salir de allí.
The children of the sky
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Hace 15 horas