lunes, 19 de julio de 2010

RESEÑA: La espada del destino, de Andrzej Sapkowski

Con esta segunda entrega de la saga de las fantásticas aventuras del brujo Geralt de Rivia nos encontramos con lo que va a ser la transición entre la antología de relatos y la novela; lo primero porque, al igual que El último deseo (reseñado aquí), tiene formato de colección de cuentos que siguen enriqueciendo decididamente la intrahistoria, y lo segundo porque con los dos últimos relatos vamos a quedar introducidos dentro del hilo argumental que van a seguir el resto de las novelas.



Con esta obra acaba la puesta en escena de Geralt así como de algunos de los personajes de su entorno más directo y otros secundarios que aparecerán recurrentemente en la historia posterior. Por supuesto los dos más importantes a priori son Jaskier, su desvergonzado y talentoso amigo, tan canallesco como leal, y Yennefer, la poderosa hechicera con aroma a lilas y grosellas con la que mantendrá, aparentemente para siempre, una asfixiante relación de amor imposible. También hay que hablar de la pequeña Ciri, nunca mejor dicho “destinada” a vivir en el ojo del huracán. El resto de los secundarios, si bien de menor importancia, son siempre presentados con maestría por Sapkowski, que nunca tiene reparo en poner en la boca de un labriego patán sin importancia las mejores frases de un diálogo, y es que vaya diálogos sabe escribir. No hablarán nunca igual ni emplearán el mismo repertorio de vocablos (ni parecido) un comerciante y un terrateniente, un vulgar mercenario y un asesino a sueldo, una princesa y una dríade, un brujo y una hechicera. El escritor polaco tiene un enorme talento para definir un personaje con tan solo unos esbozos y no tiene mejor herramienta para hacerlo que sus diálogos brillantes y naturales. Esta característica es una constante en toda su obra, no sólo en ésta. Tras decir esto sería injusto continuar sin mencionar la estupenda labor de traducción al castellano de José María Faraldo.
Hablaré ahora de los relatos uno a uno, en los que por supuesto se mantiene continuamente la mezcla entre amargura y ácido sentido del humor.

Con “Las fronteras de lo posible”, como es habitual en Sapkowski, le da la vuelta a uno de los mitos de la fantasía, si cabe más sutilmente de lo habitual. Transfiere la clásica avaricia y brutalidad de los dragones a la troupe de cazadragones compuesta por caballeros andantes, hechiceros, grupos de aventureros, mercenarios, personajes pintorescos varios y el propio Geralt, que aunque no tiene intención de acabar con el dragón al prohibírselo su código moral autoimpuesto, se une a tan variopinta compañía pues sólo entre gente tan rara como él puede sentirse socialmente a gusto. Es un cuento de marcado carácter naturalista, de los mejores del libro.
“Esquirlas de hielo” sirve para profundizar ampliamente en la tumultuosa relación de Geralt con Yennefer más que ningún otro cuento o pasaje en toda la saga, planteando un triángulo amoroso de resolución en extremo compleja.
“Fuego eterno” es sin duda el relato más divertido de la compilación, amenizado por el impagable Jaskier, en el que un mítico “monstruo” doppler o cambiaformas es de todo menos monstruoso.
Mi relato preferido del libro es “Un pequeño sacrificio”, pero no sabría decir exactamente el por qué. La acción y la parte brujeril del cuento no destaca en sobremanera, aunque incluya una divertida vuelta de tuerca acerca de los cuentos de sirenas y Jaskier esté, como siempre, genial, pero el tono, casi aura de melancolía que lo envuelve está muy logrado, y la relación de Geralt con Essi “Ojazos” Daven es conmovedora. Con este relato Sapkowski nos sugiere la pregunta de qué ocurriría si Geralt estuviera enamorado de una mujer buena y que también lo quisiera a él incondicionalmente en lugar de Yennefer, omnipresente en esta historia a pesar de su ausencia. También plantea esta relación desde la perspectiva opuesta. Las reflexiones finales, ese último párrafo, son difícilmente olvidables.
El relato que le da nombre al libro, “La espada del destino”, toma su nombre de un dicho de origen tan antiguo que ya nadie recuerda: La espada del destino tiene dos filos… Uno eres tú. Por un lado se plantea la ancestral confrontación entre lo moderno y lo antiguo, entre los hombres y las dríades, los elfos, … Los así llamados inhumanos (llamados así por los humanos, claro), que mucho dará que hablar posteriormente y que parece condenado a la catástrofe. Por otro lado vuelve a entrar en juego el Destino con mayúsculas, que parece vincular ineludiblemente a Geralt con la pequeña Ciri de Cintra, nieta de la reina Calanthe de Cintra, cuya historia empezó en el relato “Cuestión de precio”, de la primera entrega de la saga, una Hija de la sorpresa que dará mucho que hablar.
Finalmente con “Algo más”, se recalca la cuestión del destino en una serie de intervenciones oníricas alucinógenas dirigidas hacia el emocionante crescendo final, y se otea una situación bélica sobre la mesa, una invasión nilfgaardiana que aparentemente es casual en lo que a la historia de Geralt se refiere, pero que acabará afectándole.
Se podría decir que estos dos últimos relatos y el ya mencionado de la primera antología son lo mínimo necesario para empezar a leer las novelas, es decir para pasar a la tercera entrega, pero yo recomiendo leerlo todo, pues a mí todos y cada una de los cuentos me han merecido la pena y no sólo definen a los personajes, sino que son muy interesantes e inteligentes, invitando a la reflexión, que no obligando a ella.

Dejaré por último, como es mi costumbre, una cita del libro que no sólo me ha llamado la atención, sino que considero bastante representativa del tema central de este inicio de la saga:

“Enfrentarse a la fortuna puede ser tan arriesgado como el ponerse en sus manos”

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