sábado, 31 de diciembre de 2011

MICRORRELATO: Espíritu navideño

Año tras año desde hacía lustros, los mismos discursos salían a la palestra para desesperación de Vladimiro: que si la navidad no era más que la celebración del consumismo, que si se celebra el cumpleaños en diciembre de alguien que nació en octubre, que si son unas celebraciones tristes por aquellos que se echan en falta, que si las aglomeraciones de gente, que si con tanto tráfico es imposible aparcar, que si las comilonas y sus ardores de estómago… ¡pamplinas!

Año tras año desde hacía décadas, Vladimiro concedió cierta razón a los abanderados de todos esos argumentos, pero también les recordó que era casi el único momento en el que todo ser se recordaba a sí mismo que debían importarle otros un paso más allá de sus propios pies. Y con un poco de suerte, la memoria quedaría sembrada de recuerdos imperfectos pero preciosos, al llenarla de pequeños grandes instantes. No había que esforzarse demasiado en disfrutarlos, tan solo desear hacerlo.

Año tras año desde hacía siglos, marchando a medida que acompasaba cada paso con los tañidos de las campanadas de medianoche, Vladimiro surgió elegantemente de su mausoleo vistiendo sus mejores galas. Le ofreció su brazo a la hermosa dama espectral que apareció de la tumba contigua y juntos flotaron con exquisitez hasta el centro del camposanto, donde gozarían con alegría de los mejores manjares fantasmales y de la compañía preternatural de lo más granado del cementerio, reunido una vez más por nochevieja.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Escribe tu propia esquela

Una divertida iniciativa que he encontrado por varios blogs:


Y ahí va la mía (que dicho sea de paso, pensé tiempo ha y espero sea la que ponga en mi lápida cuando me toque):


¿Algún bloguero se anima?

Por cierto, ya que estoy, aprovecho para desearos unos buenos días y que os regalen o regaléis algún libro. En mi siguiente entrada yo os regalaré un cuento lleno de espíritu navideño.

viernes, 23 de diciembre de 2011

RESEÑA: Segunda Fundación, de Isaac Asimov

Y con la actual reseña concluyo la trilogía de Términus Trántor de Isaac Asimov, recordemos compuesta por Fundación, Fundación e Imperio y esta Segunda Fundación. Recordemos también que si bien estos tres libros forman una unidad, e incluso cada uno de ellos puede contemplarse independientemente –especialmente el primero-, todos forman parte de un conjunto mucho mayor, de una larga serie de novelas listadas, por ejemplo, AQUÍ. No obstante, en esta entrada hablaré solo de la trilogía en general, y de esta conclusión en particular.



En la primera parte nos encontrábamos con un imperio espacial predestinado al colapso, por lo que en un extremo del universo el genio Hari Seldon crea una pequeña fundación casi exclusivamente científica que se irá enfrentando a diferentes crisis de crucial importancia a medida que va creciendo en tamaño y autoridad, para al final ocupar el vacío de poder del imperio en una transición planeadamente suave. En la segunda parte la fundación continúa con su crecimiento hasta enfrentarse a un imperio decadente. No obstante el complicado plan magistral se enfrenta a un fuerte imprevisto: la entrada en el juego de un megalómano mutante de enormes poderes llamado El Mulo (inmenso personaje), que trastocará el correcto discurrir de una Fundación ya centenaria. La hegemonía del mutante sólo quedará en entredicho, quizá, por una Segunda Fundación creada paralelamente a la primera, pero en el otro extremo del universo que ésta. Sin embargo, ni siquiera su existencia es probada y no está claro que sea más que un mito.

Este último libro continuará en este punto y nos contará dos historias diferentes pero paralelas, ya que ambas cuentan una búsqueda en pos de la segunda Fundación.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Arthur Mortimer dixit (V)

No cuelgues en el primer acto una escopeta cargada en la pared del escenario principal si no vas a dispararla en el desenlace. No hagas ganar a tu héroe su primer encuentro con el villano, ni pongas amenazas en boca de éste si no está dispuesto a realizarlas. No describas el callejón como oscuro, ni la espesura como repentinamente silenciosa si nadie se va a esconder en ellos. Pero sobre todo, nunca tengas miedo de saltarte los tópicos ni de reírte de ellos. Los tópicos no son vengativos: se regocijan cuando dejas a alguno de su comunidad en mal lugar, y con suerte hasta puede que te traten mejor si después recurres a ellos.


Arthur Mortimer, Teoría de la literatura para ancianos de cinco años.

viernes, 16 de diciembre de 2011

MICRORRELATO: Lápiz y papel

Había sido hallado en pleno ataque de histeria, bajo un puente, con una criatura más negra que el interior de un ataúd cerrado y enterrado. El ser, tan viscoso y hediondo como un pozo ciego, poseía el tamaño de una camioneta, con alas membranosas a la espalda a todas luces insuficientes para alzar su peso y media docena de extremidades asimétricas acabadas en garras de medio metro afiladas como las navajas de un barbero.

También le encontraron acompañado de los diecisiete cadáveres despedazados por la bestia, que requirió de varios centenares de disparos certeros de los atónitos policías antes de arrojar los estertores de la muerte.

Cuando llevaron a este único superviviente a su hogar, descubrieron en medio del desorden patológico y la acumulación de objetos inútiles una libreta llena de detalladas ilustraciones de lo que parecía ser el engendro asesino, lo que ayudó considerablemente a la orden de internamiento en la institución psiquiátrica. Por supuesto, nadie le preguntó qué había sido antes, si el monstruo o los dibujos.

Mucho más tarde, cuando la amable y compasiva terapeuta le preguntó si podía ayudarle en algo, su mente gritó “aguijones, muchos aguijones, y una boca enorme repleta de colmillos, muy agudos y afilados, y una barriga supurante atestada de pus, tan grande que tenga que arrastrarla, pero sobre todo muchos aguijones”. Por el contrario, su voz suave emitió las palabras “lápiz y papel”, mientras esgrimía una agradable e inocente sonrisa con los labios.

lunes, 12 de diciembre de 2011

RESEÑA: Fundación e Imperio, de Isaac Asimov

Sin que exista una iniciativa explícita por mi parte, mis pasos errantes me han ido dirigiendo hacia la lectura de sagas, por lo general de fantasía, pero en esta ocasión de ciencia ficción. Nada más y nada menos que la clásica y celebérrima trilogía de Términus Trantor, o trilogía de la Fundación de Isaac Asimov (núcleo de una saga mucho más extensa), una de las obras cumbres del género y que estableció un antes y un después en el mismo. Hoy hablaré de la segunda parte: Fundación e Imperio. Mas antes convendría recordar dónde estábamos.



El gran postulado de esta saga lo realiza Asimov en la primera parte: Fundación. En ella, en un futuro muy lejano, el genio Hari Seldon detecta mediante la psicohistoria (complejísima ciencia que predice la evolución en masa de las civilizaciones) el colapso del imperio, que llevará a 30.000 años de barbarie. Para reducir ese tiempo a un solo milenio, Seldon enviará dos fundaciones a sendos extremos del universo para que empiecen la reconstrucción antes incluso del propio síncope. Fundación nos habla del progreso de la primera de éstas, con una estructura episódica (cinco relatos) en la que cada episodio especula con un grave problema afrontado y nos cuenta su resolución. Al final, la Fundación es de tal calibre que su encuentro con el antiguo imperio es inevitable. Fundación e Imperio continuará en este punto, pero en lugar de contar con cinco capítulos de extensión media, estará dividido en dos novelas cortas, equivalentes a éstos en cuanto a que cuentan dos importantes conflictos. Sin embargo se extiende mucho más en cada uno de ellos.

martes, 6 de diciembre de 2011

Música épica. La Princesa Mononoke (1997), de Joe Hishaishi

Alguna vez he hablado aquí de mi admiración hacia el genio Hayao Miyazaki, y bien podría hablar en la sección de obras maestras de algún que otro de sus films, entre los que quedaría incluido, sin la menor duda, La Princesa Mononoke (1997). Sin embargo, no lo voy a hacer hoy, sino que os voy a hablar de su fantástica banda sonora, realizada por el compositor habitual de Miyazaki San (así como de otros pesos pesados como Takeshi Kitano): el gran Joe Hishaishi.

Yo, particularmente, al escuchar esta canción (mi favorita), no puedo dejar de imaginarme al genial Ashitaka cabalgando sobre su alce rojo, mientras aferra su arco con tal fuerza que hasta cruje el cuero de la empuñadura. Ahí va La leyenda de Ashitaka:




Un diálogo de la película del propio protagonista me salta ahora a la mente:

- Príncipe Ashitaka, ¿estáis preparado para afrontar el destino que os han predicho las piedras?
- Sí, lo estuve desde el mismo instante en que dejé volar mi flecha.

Hay un  detalle del proceso creativo de Miyazaki (y por extensión de casi todo Ghibli) en lo que al apartado musical se refiere que pocos saben. No sé si siempre, pero al menos para gran parte de sus películas Miyazaki, durante la producción, habla con su amigo Hishaishi, le dice lo que quiere de su música, la atmósfera que busca, lo que va a contar, y éste realiza una banda sonora previa completa, el llamada image album, que escucharan los creativos de la película en el desarrollo de la misma para inspirarse en estos temas, mientras trabajan. Después estas canciones podrán ser incluidas (o no) en la banda sonora definitiva que escucharemos en la película. Pero es que además, como ésta no deja de ser una adaptación a las imágenes, muchas veces a posteriori Hishaishi desarrolla por completo los temas musicales en una denominada symphonic suite, y os aseguro que todas las que he escuchado de Ghibli, y especialmente ésta, son una delicia para los oídos, y es que son unas canciones muy orquestables, como el estupendo "Viaje hacia el oeste".

Os dejo por último un ejemplo de lo que decía. El tema Adagio de vida y muerte, de apenas dos minutos en la banda sonora, desarrollado para la suite sinfónica, suena de esta intensa forma, sugiriendo acción y aventura:





viernes, 2 de diciembre de 2011

MICRORRELATO: Tictac

Tictac.

Hoy, al despertarme, algo se había roto en el mundo.

Tictac. Han empezado las sábanas pobladas de espinas, arañándome la piel, implacables. Tictac. Al levantarme el sol ha lanceado mis ojos entrando por la ventana abierta. Tictac. Tras cerrarla, las paredes con el ceño fruncido han intentado cernirse sobre mí, cuando creían que no las miraba. Tictac. Tictac. Ese maldito tictac. El reloj me insulta. Se burla de mí. Tictac. Noto su presencia malévola. Me enloquece. Tictac. Quiere acabar conmigo. Tictac. Me lanzo furioso hacia él. Lo destrozo contra el suelo, golpeándolo una y otra vez hasta que se calla. Estoy gritando, lágrimas corren por mis mejillas y me sangran copiosamente las manos, pero todo ha vuelto a la normalidad.

“¿Ocurre algo?” Oigo detrás de mí. “Te he oído gritar y he entrado”. Me vuelvo. Ahí está, observándome con arrogancia, torciendo la boca en una sonrisa mordaz. Escucho con atención su pecho henchido.

Bum bum.


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