lunes, 23 de septiembre de 2013

RESEÑA: La mirada de las Furias, de Javier Negrete

Allá por el 97, el viejo conocido de este blog Javier Negrete (creador de la excelente tetralogía de Tramorea que comenzara con La Espada de Fuego, y que no me cansaré de recomendar) escribía su primera novela larga, La Mirada de las Furias, ganando con ella un Ignotus y aclarando, por si alguien tenía dudas, que había venido para quedarse.



La novela supone una mezcolanza de los géneros de ciencia ficción y aventuras con toques de detectivesco, mas por encima de todo ello, funciona desde, por y para su protagonista Éremos, un hombre mejorado hasta los límites de la perfección en el laboratorio de una megacorporación, cuyo cuerpo es un diseño perfecto y cuya mente posee mayor capacidad de procesamiento que la de una red paralela de ordenadores. Además, es un asesino amoral que no dudará en realizar cualquier acción para obtener el resultado deseado. Por alguna razón, este tipo de elementos no estarán bien considerados por unas autoridades conservadoras, por lo que su empresa propietaria lo dormirá durante unas décadas, reservando tan valioso activo para un momento de necesidad extrema.

Curiosamente, la empatía con un sociópata de tal magnitud resultará sencilla para el lector, y no solo no pesará el que sea el motor único sino que resultará de agradecer, recordando vagamente a El granuja espacial del genial Fredric Brown. A veces parecerá ser víctima del síndrome del superhombre, esto es, un personaje tan perfecto y poderoso que no dé la sensación de poder fracasar en ningún empeño, pero para ello Javier Negrete sube la apuesta y con cada logro la dificultad y el reto del siguiente será superior hasta el límite de lo humanamente imposible y de lo inhumanamente imposible.

lunes, 16 de septiembre de 2013

MICRORRELATO: Procesión de almas

Han nacido y muerto estrellas, pero al fin lo hemos logrado. La eterna peregrinación, en definitiva, no fue eterna.

Desde que nuestro mundo dejó de existir ha transcurrido tanto tiempo que la mera medición del mismo adquiriría tintes difusos e irreales. No obstante, ha existido: eras viajando en nuestra forma incorpórea y dibujando destellos en la estela del cometa sin rumbo que nos permitió escapar de un hogar que se desmoronaba; buscando un nuevo lugar sobre el que existir, y cuando nuestro objetivo dejó de serlo para transformarse en un sueño, y el sueño se convirtió en cuento, en leyenda y ahora ¡pum!... en realidad. También el salto de regreso desde la leyenda hasta la realidad se mide en eras.

Y tras un universo dejándose arrastrar, ahora debemos tomar decisiones. Tomarlas sobre qué depósito verter nuestra hasta ahora intangible esencia, qué punto de vista adquirir en este nuevo planeta, a quién susurrar ideas para que las convierta en propias, insuflando el sentido de la evolución. En definitiva: qué cuerpos habitar.

Nosotros nos contamos por miles de millones, y cada uno tiene su nombre y su voz; tendremos que turnarnos ocupando esas instantáneas chispas de vida. Mas no importa: hemos aprendido a ser pacientes.

Pero, ¿a quiénes regalar nuestra presencia? Algunos opinan que a aquellos de mayor capacidad intelectual, que nadan por los océanos. Otros prefieren a los que surcan el aire, dueños de los vientos, o a los que se arrastran por la tierra, debido a su gran obstinación por sobrevivir. Por mi parte, esas criaturitas que suben y bajan de los árboles me resultan simpáticas, con su cuerpo cubierto de vello y sus dedos oponibles.

Pronto votaremos, y nos convertiremos en un ronroneo apagado en la base del cráneo de nuestros contenedores. Y quién sabe, quizá cuando el planeta gire alrededor de su estrella los suficientes miles de veces podamos volver a sentir que tenemos un hogar.

lunes, 9 de septiembre de 2013

RESEÑA: American Gods, de Neil Gaiman

Surge espontanea y periódicamente entre los seguidores de Neil Gaiman la tonta pregunta de si es mejor guionista de cómic o novelista. Es una pregunta tonta porque se refiere a dos artes diferentes y porque siendo un buen novelista, hablamos de uno de los mayores artistas de la historia de la viñeta, con lo que caso de plantear esta cuestión, creo acabo de dar mi opinión al respecto. Particularmente creo que sería de mayor interés el preguntarse por los puntos de encuentro entre sus creaciones en ambas artes, y si ya señalé que en Neverwhere era fácilmente encontrable al Gaiman historietista, es sin duda American Gods la obra en que se percibe mejor cómo ambos creadores convergen.


Por un lado tenemos el estilo narrativo, donde reconocemos las páginas de esos números de Sandman en los que Morfeo no aparecía o lo hacía de forma casi testimonial, pero sobre todo aquí encontramos al Gaiman capaz de crear mundos fantásticos de forma sostenible, compacta y creíble.

En American Gods desarrolla paralelo y coexistente a nuestra cotidiana existencia un Estados Unidos poblado por un buen puñado de dioses que caminan entre nosotros, mas no precisamente todopoderosos, sino vulnerables, pues sacan su poder de la fe remanente en ellos. Además, nos limitamos a una América más volcada en los casinos, la tecnología o la televisión (una suerte de nuevos y antagonistas dioses), que en ídolos sumerios ya olvidados excepto quizá en los museos de arqueología (euroasia poseería sus propias instancias de las entidades).

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Hijos de la medianoche: primeras líneas

Tras un verano en el que la cobertura me ha mantenido obligatoriamente alejado del blog (ausencia a subsanar las próximas semanas), empezaré por mostraros la primera página de mi lectura actual, un puñado de líneas que abren de forma rutilante el tremendo Hijos de la medianoche de Salman Rushdie, uno de esos libros que te quita el aliento desde el principio:


Próximamente, aparecerá la reseña por estos lares (tras hablaros de otras lecturas veraniegas y subir algún microrrelato).

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