lunes, 23 de junio de 2014

El Señor de los Anillos, primeras líneas

Quizá las primeras líneas de El Señor de los Anillos no impacten tanto como algunas de las que ya he incluido en esta sección, por la calidad del entretejido de las palabras, o por la manera de arrojarnos hacia una narración rutilante de algunas de ellas, pero sí que están impregnadas de una calidez difícilmente comparable, provocando, al menos en mi persona, la agradable y emocionante sensación de volver a casa, aunque haya estado muchos años sin pisar su suelo, aunque ahora sea otro lector, otra persona.


martes, 17 de junio de 2014

MICRORRELATO: Zapeo

Nunca han tenido la intuición demasiado a flor de piel con las metáforas, ¿verdad? No intentan identificar el sol de un amanecer con la maternidad, ni una sonrisa perfecta con las alas extendidas de una mariposa, ni la vida con un sendero lleno de encrucijadas que son decisiones, ni siquiera la luna con un queso. Viva la concreción, abajo lo abstracto.

¡Alto! Que cunda la tranquilidad: al fin y al cabo, todos menos uno veían un sombrero en lugar de una boa que se había tragado un elefante, mas cuando ese uno gritó “que se pare el mundo que me quiero bajar y subir al siguiente”, una voz de entre el resto le respondió “ay madre, déjate de rollos y cambia de canal”, con cara de pez payaso y de payaso también (del triste). Pero entonces al respondón le da un pálpito que se convierte en tiritona y se le tuercen los ojos, porque sin quererlo se ha escapado una metáfora de su boca. Entonces, por un instante, es él quien cambia de canal y se sale de su bucle.

Y cuando el pez payaso se coma un queso blanco y redondo para cenar, quizá y solo quizá, mire por la ventana hacia el cielo, y el Principito entonces dará un salto chocando los tacones en el aire.

miércoles, 11 de junio de 2014

RESEÑA: Endymion, de Dan Simmons

Un lustro después de alcanzar la cima de su carrera con Hyperion y La caída de Hyperion, Dan Simmons decidió regresar al universo creado para estas novelas para alegría de los numerosos seguidores que había ganado con ellas, y escribió Endymion (1995), volviendo al mundo, a algún personaje y a la temática fundamental de sus predecesoras.


Simmons sitúa la acción casi tres siglos después de la debacle universal ocurrida al final de La caída de Hyperion. Recordemos que en aquella, para salvaguardar la raza humana de los funestos intereses del Tecnonúcleo (esa vasta especie de inteligencias artificiales mucho más evolucionadas que nosotros), se aniquiló la red universal de teleyectores, esto es, la capacidad de interconexión inmediata de diferentes mundos aunque estuvieran separados por muchos años luz. Así, se pasó de una instantaneidad casi absoluta a un profundo aislamiento de cada mundo, al tener que volver a producirse cada comunicación mediante el viaje en nave espacial. De esta forma, la inmensa mayoría de planetas experimentan una grave regresión tecnológica y social, revueltas, hambruna, y como a río revuelto el pescador más listo llena sus redes, la que al final de aquella Hegemonía se hallaba casi extinta Iglesia Católica se hace, mundo a mundo, de nuevo con el poder, tanto militar con su rama Pax (que fundamentalmente luchará contra los ancestrales y demonizados enemigos éxters), como económico con Mercantilus. La comparación de un mundo retrógrado dominado por la Iglesia con la Edad Media es inmediata. Pero, ¿qué ofrece a cambio de tanta lealtad y conversión? La resurrección, claro. Mas no del alma sino del cuerpo, mediante la comunión con el parásito cruciforme, que una vez puesto en el cuerpo del católico, hará que este se recomponga físicamente mientras quede algo del mismo, y mediante un proceso depurado al que vimos en Hyperion, pues no idiotiza ni destruye la libido con cada resurrección, por lo que todo el mundo lo desea. Así, poco a poco, Pax ha ido reconquistando pacíficamente casi todos los mundos restantes tras el colapso y formando un todopoderoso imperio.

Y dentro de este escenario nos encontramos cuando conocemos a nuestro protagonista Raul Endymion, un buen hombre, normal y corriente excepto por no querer aceptar el cruciforme católico. Condenado a muerte y esperando sentencia, aprovechará su lamentable situación para contarnos su historia, que casualmente comenzará en el conocido planeta Hyperion, cuando se le condene a muerte por primera vez, muchos años atrás. No obstante en buena lógica, esta primera condena no llegará a fin, y un carcamal, grosero, quejicoso y con (justificados) aires de poeta le encomendará la titánica misión de salvar en las míticas Tumbas del Tiempo a la niña Aenea, predestinada a poner en jaque a la Iglesia. Raul también deberá ponerla a salvo, acabar con el imperio de Pax, contactar con los éxters, encontrar y terminar con lo que quede del Tecnonúcleo, eliminar al legendario Alcaudón y volver al poeta a que le dé el visto bueno. Tal es la no poco ambiciosa misión. Y la acepta.

miércoles, 4 de junio de 2014

MICRORRELATO: CuasiJob

Hace años leí en un libro que un tipo se autocalificaba como un Job sin amigos, sin Dios y sin lepra. Una soledad considerable para un tipo bastante roto. Curiosamente esa misma novela luego no seguía inercia alguna de tristeza, o al menos ese es mi recuerdo de sus páginas. Quizá por ello en este preciso instante la rememoro: la última vez que pisé esta calle acabé sentado al final de la misma, de cara a un Atlántico bebedor del Tajo, en una mañana de agosto, rodeado de amigos, contemplando la oscilación del agua y el cielo luminoso (de la ciudad de la luz), callando y riendo, charlando y riendo, viviendo y riendo.

Ahora tan solo me hallo con la oscuridad mortecina y el silencio agrietado a ratos por el rumor del río. Como con ese cuasiJob, ya no hay amigos junto a mí. Nunca ha habido Dios, no conmigo. Y bueno, siempre queda un poco de lepra, pero se lleva bien. Y como en mi recuerdo de aquella novela, tampoco hay dolor.

Vuelvo a sentarme al final. Sin amigos, sin Dios y casi sin lepra. Irrumpe un soplo de gas por mi esófago y eructo sin querer. Huele a albóndiga de bacalao. Vuelvo a reír. De eso sí que ha habido, motivos para reír. De eso, siempre.

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