jueves, 30 de abril de 2015

RESEÑA: Tiempo de sembrar piedras, de Tim Powers

Era yo apenas un chaval cuando conocí la obra de Tim Powers. Entré por las Puertas de Anubis, navegué En costas Extrañas. Hice Cena en el palacio de la discordia. Y quedé fascinado para siempre. Me dejaba empapar por todo lo que me llegaba de este autor, que es de hecho una de las razones que me animaron a juntar palabras. Y de repente, en el 2003, se cortó el grifo con Declara. Él seguía escribiendo, pero no nos llegaba nada. Cero. Incluso escribí a su editorial española preguntando por publicaciones futuras, sin respuesta. Y, de repente, hace unos meses, aparecieron de golpe Ocúltame entre las tumbas y este Tiempo de sembrar piedras. Qué puedo decir sino aleluya. Los dos a la estantería y a leerlos con calma no vayan a pasar otros 12 años hasta poder leerlo de nuevo



Tiempo de sembrar piedras es una colección de 6 relatos del autor de Buffalo de apenas 200 páginas. En ellos se aprecian algunas de las habituales obsesiones de Powers: la reescritura de la historia para que quede tal y como se conoce, pero retorcida por unas tenazas fantásticas, la creación y la inspiración, los escritores, la poesía, los viajes temporales, y por encima de todo, unas ideas de fondo muy originales que por momentos alcanzan la brillantez.

Técnicamente se trata de unos relatos de gran corrección, si bien destacarán más por el contenido que por el continente. Respecto a las novelas, gustarán a sus habituales seguidores, en especial a aquellos que opinaban que en sus últimas publicaciones en españolas iban pasadas de páginas. También a quienes creían que sus primeras novelas iban pasadas, pero de ritmo, pues el formato de relato le obliga a una mayor contención tanto en uno como en otro sentido. En definitiva: Powers controla el cuento sin problema alguno, lo que me hace preguntarme por qué no se ha prodigado mucho más en él.

Echemos un vistazo ahora a estos estupendos relatos uno a uno:

sábado, 25 de abril de 2015

Visiones 2014, ya a la venta

Hace unos meses os comuniqué que tuve la fortuna de ser seleccionado para elnuevo Visiones 2014 (repitiendo, pues ya firmé en el premiado Visiones 2012), en esta ocasión con mi relato Güijas cuánticas y bufandas del Atleti. Pues por fin puedo comunicaros que la colección ha salido a la venta y está a disposición de todo el mundo, gracias a la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror (AEFCFT).


Los relatos incluídos son los siguientes, con sus correspondientes autores, entre los que agradezco hallar a varios conocidos:

Chico Problemático, Magín Méndez
Diminutos, Javier Urquiza
Duna, Ricardo Cortés
El Gran Hotel Catalonian, Miguel Ángel Chamizo
El penúltimo día, Vicente Sala
El Proyecto Acuatecnia, Néstor Bardisa
Fecha de caducidad, Anaid Ofelia Pérez
Gastronomía española, Francisco Novoa
Güijas cuánticas y bufandas del Atleti, Pedro López
Hijos de Coubertin, Antonio y Juan González Mesa
HOAX, Javier Fernández
Hotel Sahara, Juan Jesús Boti
Jugar un juego, Sandra Monteverde
La mole, Carlos Romeo
Los pocos minutos que nos quedan, Sergio Gaut Vel Hartman
Mi padre, Marco Antonio Marcos
Muñeca, Alejandro Valiente
Proyecto Planeta, Pedro Moscatel
Sabemos lo que te gusta, Aitor Solar
Tú tienes que estar conmigo, Alonso José Gijón
La maldición del premio Di Biasio Agresti Salottolo Illiano de Scisciolo, Michele Piccolino

Para hacer la compra por apenas 9€, suelo recomendar la seriedad de la librería online Cyberdark.

Por último, señalar que la AEFCFT también ha sacado, de forma paralela, la antología Fabricantes de Sueños 2012-2013. Nótese que también está tirada de precio.

viernes, 17 de abril de 2015

8 películas del 2014 mejores que Birdman

Decía Julio Cortázar que la aritmética es falsa, que uno más uno no son uno sino dos o ninguno. Más allá del contexto del relato en que escribió estas palabras, diría yo sobre Birdman que a veces uno más uno más uno más uno no suman cuatro sino dos y pico o tres a lo sumo. Vamos con las virtudes. Birdman es una película extraordinariamente bien dirigida; los actores se amoldan cada uno a su papel, e incluso alguno está bastante inspirado; el guión, aunque trate de un tema algo manido (y mejor explotado en otros filmes clásicos en mi opinión), es más que correcto, posee muchos diálogos excelentes y algunas metáforas visuales de impresión; y por supuesto está el virtuosismo técnico de Iñárritu, una fotografía tremenda llena de planos imposibles y un montaje apabullante a base de un plano secuencia (falso, por supuesto, pero muy logrado), que durará toda la película. Dicho esto, sumando todos los elementos debería darme para un peliculón, una ganadora de cuatro (o más) oscars incluyendo mejor película, como así fue (independientemente de lo devaluado de estos premios), y sin embargo cuando empezaron los títulos de crédito no sentí admiración por lo que acababa de ver, sino descanso porque hubiera acabado, y es que me había dejado un sabor insustancial en la boca (mucho más vacío que las estupendas Babel o 21 gramos), y me quedé con la sensación de que aunque cualquier escena de la película es de escuela de cine o de teatro (ya he enumerado las virtudes), esta meritoria y celebradísima pirotecnia al servicio del indudablemente talentoso Iñárritu está bien para verla una vez y no más. Lo curioso es que todavía no he hallado a nadie a quien realmente haya gustado tanto el filme y sí a unos cuantos con ese sabor ceniciento en la boca.


Y como he visto otros filmes de este año pasado 2014 que me han parecido superiores, la mayoría de los cuales, más modestos, tenían menos unos que sumar, pero con mejor resultado final, allá va un subjetivísimo listado, sin orden ni concierto, de los 8 que incluyo por el momento (y aún no he visto Boyhood, Whiplash, Kaguya, Ida, Enigma…):

- La isla mínima. Por empezar con la película española que más me ha deslumbrado en años. Pulso firme en la dirección, atmósferas cautivadoras y reparto inspirado e implicado. A los 10 minutos me tenía más enganchado que Birdman en dos horas.

- Relatos salvajes. Con un formato que deberíamos ver muchísimo más en el cine, este puñado de historias con la ira y las pérdidas de cabeza como nexo en común resultan impagables. 6 historias cortas argentinas y universales para las que 1+1+1+1+1+1 no son 6 sino mucho más.

viernes, 10 de abril de 2015

RESEÑA: El hombre en el Castillo, de Philip K. Dick

Unos cuantos años han pasado desde que los Aliados perdieron la Segunda Guerra Mundial frente al Eje germano-nipón y vieron como casi todo su territorio se repartía entre los vencedores. Y en la antigua potencia estadounidense unos nativos conviven (o sobreviven) con los conquistadores, bajo las severas leyes impuestas por estos. En la costa este, dominados por los nazis. En la oeste, por los japoneses. Esta es la premisa de la El hombre en el castillo, ucronía (historia alternativa) clásica que escribiera el genio del LSD y la ciencia ficción Philip K. Dick en 1963, autor de obras como Ubik o ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?



Afortunadamente, en esta ocasión PKD se centró bastante más en la escritura de la novela que en la ingesta de drogas, por lo que el libro resulta no solo interesante y lleno de conceptos brillantes, como es habitual en el escritor, sino además entretenido y legible, que no siempre fue así cuando dejaba llevar su pluma, literalmente, por los alucines.

El hombre en el castillo es una de las más célebres ucronías jamás escritas. En este género existe uno o más momentos de inflexión que cambiaron el curso de los acontecimientos tal y como los conocemos, el llamado punto Jonbar. En este caso fue el asesinato de Roosevelt, lo que conllevó una política aislacionista y la tardía entrada americana en la guerra. Para cuando lo hicieron ya estaba todo perdido. No dista mucho este de otra magnífica ucronía sobre la WWII, la de La Conjura contra América, que décadas más tarde escribiría el gran Philip Roth, y es que a la hora de imaginarse mundos con la premisa del ¿y si…?, la WWII es una de las especulaciones favoritas de los escritores. Hasta mi humilde persona ha jugado a ello dándole a la tecla. Pero volvamos a la obra que ahora nos atañe.

viernes, 3 de abril de 2015

Olvidado Rey Gudú, Primeras Líneas

Los hijos del Conde Olar heredaron la extraordinaria fuerza física, los ojos grises, el áspero cabello rojinegro y la humillante cortedad de piernas de su padre.

Sikrosio, el primogénito, tenía más rojo el pelo, también eran mayores su fuerza y corpulencia, su destreza con la espada y su osadía. Por contra, de entre todos ellos, resultó el peor jinete, precisamente por culpa de aquellas piernas cortas, gruesas y ligeramente zambas que algunos -bien que a su espalda- tildaban de patas. Si hubo algún incauto o malintencionado que se atrevió a insinuarlo en su presencia, no deseó, o no pudo, repetirlo jamás.

Desde temprana edad, Sikrosio dejó bien sentado que no se trataba de una criatura tímida, paciente, ni escrupulosa en el trato con sus semejantes. Su valor y arrojo, tanto como su naturaleza, no conocían el desánimo, la enfermedad, la cobardía, la duda, el respeto ni la compasión. Pronunciaba estrictamente las palabras precisas para hacerse entender, y no solía escuchar, a no ser que se refiriesen a su persona o su caballo, lo que decían los otros. No detenía su pensamiento en cosa ajena a lances de guerra, escaramuzas o luchas vecinales y, en general, a toda cháchara no relacionada con sus intereses. Cuando no peleaba, distribuía su jornada entre el cuidado de sus armas y montura, la caza, ciertos entrenamientos guerreros y placeres personales -no muy complicados éstos, ni, en verdad, exigentes-. Era de natural alegre y ruidoso, y prodigaba con mucha más frecuencia la risa que la conversación. Sus carcajadas eran capaces de estremecer -según se decía- las entrañas de una roca, y aunque consideraba probable que un día u otro el diablo cargaría con su alma, tenía de ésta una idea tan vaga y sucinta -en lo profundo de su ser, desconfiaba de albergar semejante cosa- que poco o nada se preocupaba de ello. Amaba intensamente la vida -la suya, claro está- y procuraba sacarle todo el jugo y sustancia posibles. A su modo, lo conseguía. Pero un día, Sikrosio conoció el terror. El terror nació de un recuerdo y culminaba en una profecía. El recuerdo le asaltaba inesperado, cada vez con más frecuencia, y llegó a amargar parte de su vida. La profecía -que vino mucho más tarde- la destruyó definitivamente.

Y todo esto comenzó una mañana, apenas amanecida la primavera, junto al río Oser.

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