jueves, 26 de noviembre de 2015

RESEÑA: Ready Player One, de Ernest Cline

Ocurre a veces que una novela de pura ciencia ficción, de repente da el salto y se convierte en superventas incluso en las listas mainstream, ocupando los lugares destinados a tramas vaticanas, espías o detectives escandinavos. ¿Sorpresa? En casi todos los casos, sí, aunque Ready Player One (2011), de Ernest Cline posee ciertos elementos que podían hacer sospechar de tal éxito, al menos al editor que compró los derechos.



En primer lugar, hay que señalar que más allá de las listas de ventas, nos encontramos con una novela clara de ciencia ficción, una distopía sobre un futuro a medio plazo con una gran estratificación social (como casi todas las distopías), y con claros elementos cyberpunk con tecnología punta y megacorporaciones, destacando una especie de evolución de internet hasta dimensiones inusitadas mediante un universo de realidad virtual llamado Oasis, repleto de mundos y con las características bien definidas, desde la interfaz de conexión con el mismo hasta la navegación interna, la economía y su propia historia subyacente. Técnicamente, Cline dedica tal cantidad de páginas a describirlo y a definirlo que por momentos roza una ciencia ficción más hard.

Pero no es esta la raíz de las ventas de Ready Player One. Por supuesto, un motivo importante de su éxito es que su lectura es tan adictiva como divertida. La historia, contada de forma lineal, llama a pasar una página en cuanto se acaba para averiguar qué pasa después. Aun con ello, la razón principal es el don de la oportunidad: es el libro adecuado para el momento adecuado, o lo que es lo mismo, que a día de hoy está de moda. O mejor dicho, a lo que ha vuelto a ponerse de moda.

lunes, 16 de noviembre de 2015

RESEÑA(S): Gabriel García Márquez y David Mitchell

Vuelvo con un par de reseñas cortas que, por ser de obras fuera de los géneros que por aquí manejo, saco de la tónica y extensión habitual, pero como pronto comprenderéis, no podía dejar de hablar de estos libros:

- El Bosque del Cisne Negro, de David Mitchell: sigo con mi intención de leer todo lo que pase por mis manos del que me parece uno de los mejores y más interesantes escritores de la actualidad desde que leí su Atlas de las Nubes (si todavía no lo habéis hecho, corred a vuestra librería). Aunque por coincidencias que no lo son, detectamos que Mitchell ubica esta novela en el mismo universo que aquella, bien poco se parecen. No es tan ambiciosa como el Atlas, pero tampoco se pueden comparar. Se trata de una historia de adolescencia considerablemente normal, para lo que es Mitchell. Se centra en los problemas y vicisitudes propios de este momento de la vida de un muchacho tartamudo que vive en el citado Bosque del Cisne Negro, con cierto tufillo autobiográfico que no sé si será cierto. Sin llegar a la excelencia del Atlas, el resultado es sobresaliente. Por temática y estilo ha sido comparada con El guardián entre el centeno, aunque a mí me ha gustado mucho más que la novela de Salinger (¡oh, hereje de mí!). ¿Qué le vamos a hacer?, leí aquella pasando ya la veintena y no me transmitió mucho, mientras que El Bosque del Cisne Negro me parece no solo apta sino también recomendable para lectores de cualquier edad.



- Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez: la madre del realismo mágico. Simplificando bastante, este género consiste en contar una historia realista, meterle unos cuantos elementos fantásticos y actuar como si no pasara nada. ¿Por qué no llamarlo fantasía realista, por ejemplo? ¿Tal desprestigio supondría? Es una batalla que tengo perdida, lo sé, pero ni García Márquez, ni Saramago, ni Rita la Cantaora, hubieran ganado el Nobel escribiendo en un género que incluyera la palabra fantasía, así son los prejuicios. Nomenclaturas aparte, si todo el mundo dice que Cien años de soledad quizá sea la mejor novela en español del siglo XX (incluso de la historia), es un indicativo infalible de que puede serlo o no, pero hay que leerla. Se trata de una obra superlativa. No solo por su calidad y por la capacidad de García Márquez para escribir con brillantez una página detrás de otra, sino también porque, como su propio título indica, la historia es de gran recorrido, contándonos las aventuras y descalabros de una familia a lo largo de todo un siglo, y a veces de una forma tan alambicada que necesitamos un árbol genealógico para saber de quién está hablando en algunos momentos. Imprescindible, sea como fuere.


jueves, 12 de noviembre de 2015

Relatos Increíbles

Hoy os presento la nueva revista mensual Relatos Increibles, de la mano de ACUEDI (Asociación por la Cultura y Educación Digital) y dirigida por Héctor Huerto. La revista, de nacimiento peruano pero vocación internacional, surge -en palabras de su director- con el deseo de "construir una comunidad de lectores y escritores, es decir, de todos aquellos que amamos estos géneros, para conformar un espacio en donde lo imposible sea una realidad".

Por mi parte, no podía menos que poner un poco de mi parte, por lo que para su número 2 aporto el relato Fruto del azar, uno de esos cuentos que empiezan con "erase una vez" en el que sin renunciar a mi estilo (que sí, que lo sé, que a veces me paso con el rollo), experimento con una conclusión diferente a las habituales. Espero que os guste, pues además tengo el placer de abrir este número de la revista.



Como veis, tiene una bonita portada, y si os animáis a descargarla comprobaréis que también posee una perfecta maquetación para seis relatos de calidad, crudos o extremos, inquietantes o especulativos que creo os gustarán. Podéis descargar el pdf gratuitamente AQUÍ. Y apuntar Relatos Increíbles a vuestras revistas habituales.

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