lunes, 14 de marzo de 2016

RESEÑA: Ocúltame entre las tumbas, de Tim Powers.

Era yo apenas un chaval cuando conocí la obra de Tim Powers. Entré por las Puertas de Anubis, navegué En costas Extrañas. Hice Cena en el palacio de la discordia. Y quedé fascinado para siempre. Me dejaba empapar por todo lo que me llegaba de este autor, que es de hecho una de las razones que me animaron a juntar palabras. Y de repente, en el 2003, se cortó el grifo con Declara. Él seguía escribiendo, pero no nos llegaba nada. Cero. Incluso escribí a su editorial española preguntando por publicaciones futuras, sin respuesta. Y, de repente, hace un año y pico, aparecieron de golpe Tiempo de sembrar piedrasOcúltame entre las tumbas. Ambos libros son continuaciones de otro de sus grandes clásicos: La fuerza de su mirada, uno de los favoritos de la afición (y de mí). El primero como un relato largo que enlazará con el segundo, que hoy nos atañe. Qué puedo decir sino aleluya. Los dos a la estantería y a leerlos con calma no vayan a pasar otros 12 años hasta poder leerlo de nuevo



Los tres libros conforman el así llamado ciclo de los poetas malditos de Powers. Las bases quedarían establecidas en el primero y mejor de ellos, La fuerza de su mirada. En él se especula con que la inspiración de algunos de los grandes artistas de diferentes épocas proviniera directamente de criaturas sobrenaturales, que vampirizan a los elegidos intercambiando vitalidad por creatividad. Además (y sobre todo), el americano reescribe en esta clave fantástica la historia de algunos de estos memorables artistas. En primer lugar jugaría maravillosamente con los poetas románticos ingleses (Byron, Shelley, Keats) y su grupo de amigos. En el relato Tiempo de sembrar piedras continuaría brevemente con un secundario de la anterior, Edward Trewlany como protagonista, una forma de hacer tabula rasa y dar pie a esta última novela. Ahora, cambiemos románticos por prerrafaelitas y la mesa está servida.

Ciclo de los poetas malditos de Tim Powers

El sujeto es el gran Tim Powers en el culmen de su carrera, todavía recibiendo premios a diestro y siniestro por todo el ancho mundo por las novelas escritas durante los años anteriores.
La idea, que acabaría convirtiéndose en objeto (triple objeto) fue preguntarse si la inspiración de muchos de los grandes artistas pudo haber procedido de fuentes sobrenaturales, de lamias que vampirizaran a estos creadores regalándoles su poesía a cambio de la vitalidad, en una gran metáfora del artista, de la inspiración y de su obra, glorificándolo pero mortificándolo ad aeternum.
Todo este proceso acabaría plasmándose en una historia que tendría décadas de recorrido para el propio Powers: el Ciclo de los poetas malditos.
En primer lugar, publicaría la excelente novela La fuerza de su mirada en 1989, en la que explotaría la idea de la lamia inspiradora sobre los poetas románticos ingleses (Byron, Shelley, Keats, ...), uno de los grupos creativos más importantes de la historia. No olvidemos aquí que el propio Powers pertenecía a un heterogéneo grupo de escritores junto a otro habitual de Cree lo que quieras: Phillip K. Dick.



Años más tarde (2010) Powers regresaría a este universo con Tiempo de sembrar piedras, una narración más corta en la que reabría las puertas a estas antiguas criaturas preternaturales de la mano de Edward Trewlany, personaje (histórico) que servirá de nexo entre las otras dos novelas.


Por último, el escritor americano publicó Ocúltame entre las tumbas (2012), volviendo a la narración larga, pero cambiando el grupo creativo de los románticos ingleses por el de los prerrafaelitas para ¿concluir? su ciclo de poetas malditos.


Ahora, podéis encontrar las reseñas a las tres obras en Cree lo que quieras, accesibles desde los anteriores enlaces.

viernes, 4 de marzo de 2016

Música épica. La gran evasión (1963), de Elmer Bernstein y Chicken Run (2000), de John Powell y Harry Gregson-Williams

Es escuchar esta canción de La Gran Evasión y entrarte ganas de escapar de un campo de prisioneros nazi.



Y es que no en vano, Elmer Bernstein, su compositor, tuvo la nada despreciable cantidad de 14 nominaciones a los óscars por su prolífica obra, y en esta en particular, saca todo el provecho al ritmillo de la percusión proporcionándole el tono adecuado para esta extraordinaria película bélica.

 Y su sombra es alargada, para nuestra fortuna. Aquí podemos comprobarlo en la divertidísima Chicken Run (Evasión en la granja), que además de estar repleta de homenajes a la anterior película en su argumento, también lo hace en su banda sonora, de John Powell y Harry Gregson-Williams:

martes, 1 de marzo de 2016

Relatos Increíbles Nº 4

Hace unos días se publicó el cuarto número de esta revista digital con la que tengo el placer de colaborar. En él podréis encontrar los cuentos de Merlín Chambi, Isabel Arboleyda, Pedro Castro, Fares Cazorla, Daniel Zuñiga y de un servidor; así como las ilustraciones de Rafo Núnjar, Luis Morocho, Pablo Malásquez y Gerardo Espinoza.
Por mi parte, participo con el relato El gran negocio, una bizarra revisión del Universo Tolkien, con el que abro la revista. Espero que os guste y apoyéis la iniciativa, que ahora está pidiendo participantes para los próximos meses.


Podéis descargar Relatos Increíbles gratuitamente AQUÍ.

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