martes, 6 de noviembre de 2012

RESEÑA: El libro de la selva, de Rudyard Kipling

Ocurre algunas veces que a un escritor de talento y capacidades desbordantes se le ocurre autocontenerse y elaborar un trabajo sencillo, tal que un niño sea capaz de saborearla, pero con maestría universal. Así que donde ese niño nota dulzor o amargura en las palabras, un adulto más acostumbrado a batallar con todo tipo de narraciones será capaz de degustar una auténtica delicia, un refinamiento exquisito de sabores que le proporcionará una satisfacción lectora única. Es el caso de, por poner un ejemplo que habrá pasado por las manos de casi todos los lectores habituales de este blog, El hobbit de J. R. R. Tolkien, un hombre capaz de inventar lenguajes funcionales por placer o de refundar géneros. Es el caso de otro genio, Rudyard Kipling, con su obra más conocida: El libro de la selva, también conocido como El libro de las tierras vírgenes (1894).


Ya he comentado algunas veces por aquí mis preferencias por el autor británico (nacido en Bombay). Hablé hace tiempo de las compilaciones de relatos El hombre que pudo reinar y otros cuentos y La tumba de sus antepasados y otros relatos. Dos magníficas colecciones en las que Kipling demuestra sus habilidades como el escritor del imperialismo británico en general y de la India (y países adyacentes) en particular. Yo añadiría que el gran narrador de lo exótico. No obstante, en las dos antologías mencionadas (especialmente en la segunda) se puede detectar cierta obstinación tanto por la perfección técnica como por la minuciosidad en las descripciones, lo que hace que cuando no se está en las óptimas condiciones de lectura o si la historia no atrapa, ésta corra el peligro de volverse farragosa y huidiza. Es algo que en ningún momento ocurre con El libro de la selva, que no solo es una obra maestra de equilibrio entre técnica y funcionalidad narrativa, sino también de capacidad de atrapar al lector y espolearle en una lectura que se convierte en puro placer.

Respecto al contenido, lo primero que debo aclarar es que a quienes no les atraiga el libro pensando en que la entretenida película de Disney les ha desvelado sus secretos, se equivocan por completo. Aquí no encontraremos ninguna melodía tan pegadiza como el “Quiero ser como tú”, aunque sí muchas canciones en formato de poesía cantada por los animales. Pero sobre todo conviene conocer que El libro de la selva es una colección de 15 relatos (8 de ellos transcurren en la selva y están relacionados entre sí) de los que el film adapta edulcoradamente un par y coge personajes de dos o tres más para cambiarlos por completo ciñéndolos a los cánones infantiles, y es que aunque el formato escrito es el del cuento, podemos encontrar puntualmente sangre, muerte, matanzas y batallas entre animales, detalles obviados por la factoría de animación, que se toma además licencias como la de convertir a Baloo, uno de los sabios venerables de la selva, en un idiota bonachón. En cualquier caso, todo acto violento se halla brillantemente naturalizado por Kipling, que de manera habitual considera a los hombres como realizadores de las acciones más viles, amén del intrigante tigre Shere Kahn.

Casi todos los cuentos son fábulas, tanto por tener a animales con características y valores antropomorfos como protagonistas como por guardar moralejas, pero éstas no se hacen pesadas ni especialmente aleccionadoras ante la calidad de las narraciones.
Por supuesto los más conocidos y quizá mejores son los ocho primeros, que cuentan la historia del niño Mowgli, quien siendo un bebé logra escapar del tigre asesino Shere Kahn, que se convertirá en su némesis y destino. Mowgli será criado por lobos y aceptado como uno más, aleccionado por el oso Baloo y la pantera Bagheera, hará amistad con la temible serpiente Kaa o con el sabio lobo Akela, teniendo ocasionalmente relación con los extraños hombres. También se enfrentará a los peligrosos y caóticos monos, otra enorme diferencia con la adaptación animada. La trama realizará saltos temporales para contar su atractiva e interesante historia.

La vigencia literaria de los relatos protagonizados por Mowgli llega hasta hoy día. No solo por tratarse de una obra maestra de la literatura universal, sino por continuar influyendo en los mejores escritores actuales de forma directa: ahí tenemos la maravillosa adaptación de jungla a cementerio y animales a criaturas sobrenaturales realizada por Neil Gaiman en su relativamente reciente El libro del cementerio. Pero no acaba con Mowgli El libro de las tierras vírgenes. También disfrutaremos de otros siete relatos no tan conocidos, pero sin lugar a dudas magníficos.

Con Quíqern encontramos una historia de supervivencia en las extremas condiciones del polo norte. En el magnífico cuento Rikki-tikki-tavi el héroe será una mangosta enfrentada a cobras sedientas de muerte. Los servidores de su majestad hablará de la importancia de la complementariedad de los cuerpos de un ejército en boca de los animales de éstos. La foca blanca cuenta una búsqueda épica por los océanos del mundo. En Los enterradores conoceremos la historia de un tremebundo devorador de humanos. Otro relato extraordinario es El milagro de Purun Bhagat, protagonizado por humanos, sobre la justicia y los justicieros. Por último, con Toomai de los elefantes presenciaremos otro brillante fruto de la imaginación de Kipling protagonizado por un niño y un enorme paquidermo.

El peor de estos quince relatos es sobresaliente. El conjunto, una maravilla de las que recuerdan por qué la literatura es un arte. Así que animo a todos a conocer la historia completa de Mowgli así como el resto de cuentos, joyas quizá no tan evidentes.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Pues lo pongo en lista y te cuento entonces! Ha sido leer tu reseña y darme ganas de apartar todas las demás lecturas pendientes!

Igor dijo...

El peor es sobresaliente, je, je. Sí, este Kipling era un genio que hace decenios que no leo. Me has invitado a volver a hacerlo. Como se nota la pasión en tu artículo, el buen sabor de boca, los viajes mentales que provoca este hombre.
De El hombre que puedo ser rey se hizo una película magistral. Hasta la volvería a ver...
Un abrazo.

Unknown dijo...

Gracias a los dos por comentar.

Suto, no creo que te arrepintieras en ningún momento.

Igor, tienes razón: me apasiona Kipling y en este caso, más todavía por esa maestría que demuestra en hacer sencillo lo complejo. Respecto a la película de John Huston, coincido contigo. Hasta tal punto que ya hablé de ella en la sección obras maestras.

Un saludo.

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